En 1738 un escribano vallisoletano de nombre Bentura Seco, dibujó un plano de la ciudad de Valladolid como nunca antes se había hecho. El plano se ha mantenido en la ciudad como el documento principal para el estudio del urbanismo y la arquitectura del Valladolid desaparecido.
Sobre ese plano se presenta ahora una maqueta que pone en pie la iagen de la antigua ciudad.
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